Hace casi 3 años hice mi primera ferrata y me moló, pero el amigo con el que debuté en eso, Jairo, al poco tiempo se piró a Panamá a hacer no sé qué canal y me dejo tirado, con lo que tuve que esperar varios años para repetir la experiencia de ferratear.
La cuestión es que hace un par de meses fui a Obarra hacer mi segunda ferrata con él y con otro amigo montañero, Nando, con el que recientemente había viajado yo a Nepal. Resulta que casi coincidimos los 3 en Kathmandú esta pasada semana santa. Menos de 24 horas separaron mi regreso con Nando de la Ruta de los Annapurnas a la capital nepalí con la partida de la expedición de Jairo, con otros dos compañeros, hacía la zona de Everest para ascender el ‘Island Peak’, de más de 6.000 metros.
Allí, colgados en mitad de la pared vertical de la ferrata, Jairo nos fue contando, entre grapa y grapa, su aventura nepalí y nos habló del blog que habían creado ‘Entre Rimayas‘ para compartir la experiencia y al que le querían dar continuidad contando más ‘movidas’, como dice él, relacionadas con la montaña. Nos dijo que estaban buscando colaboración para el blog y que yo podría escribir algo sobre las Trails. La idea no me pareció descabellada y le dije que como estaba inscrito para correr una ultra de 100 km por etapas, dentro de un mes y medio, ‘La ultra de Collarada‘, que si la terminaba escribiría algo, pero a mi manera jeje. Me refiero desde un punto de vista más emocional que técnico.
Tengo un blog personal esfuerzate.wordpress.com en el que escribo sobre un tema diferente cada mes y el tema que había elegido para el mes de julio era ‘El Esfuerzo‘, precisamente porque iba a intentar terminar esa carrera. Como suelo hacer, una parte la escribo antes de que suceda el hecho que me arrastra a escribir, en este caso la ultra, y otra parte después. Ahí voy, con el antes.
CORRER ULTRA TRAILS
El término ‘ultra’ es la abreviatura de ‘ultramaratón’ y hace referencia a aquellas carreras con distancia superior a una maratón, o sea, más de 42 km, aunque la medida habitual que reina en la larga distancia de las trails son los tres dígitos: 100 km. Para los que les parece poco, existen también las de 100 millas (168 km), como es el caso de la carrera de Montaña más famosa del mundo: ‘La UTMB‘ e incluso existen animaladas más largas, de 250 o 300 kms… en fin. ¿Carreras de más de 24 horas?… Sí, yo también creo que esto se ha ido de las manos.
Voy a relatar mi punto de vista sobre las ultras y las dos caras de la moneda, la mala y la buena, que también la hay. Repito, es solo mi punto de vista y nadie tiene porque compartirlo conmigo ni entenderlo.
Como reflexión antes de continuar, quiero decir que cada vez que a un corredor le ocurre algo en una carrera es portada en todos los medios de comunicación y parece que estamos todos locos e incluso que habría que prohibir las carreras, pero cuando le ocurre algo parecido a alguien estando en el sofá de su casa o en el bar, y con el colesterol por las nubes, no sale en ningún sitio y, en ese caso, nos parece que es algo ‘normal’.
Igualmente es cierto, que los corredores populares cometemos muchas negligencias apuntándonos a carreras para las que no estamos preparados y en muchos casos sin el control médico necesario. Tengo claro que a mí también me puede pasar, pero ya llevo dos pruebas de esfuerzo en menos de 4 años.
Creo que practicar deporte es muy bueno para el cuerpo y, seguramente, aún más para la mente, pero todo tiene un límite. También creo que para personas entrenadas y preparadas no es ninguna locura hacer carreras de varias horas, ya sean de montaña o de asfalto, siempre tras haber pasado la correspondiente prueba de esfuerzo, haber incrementado la distancia gradualmente a lo largo de los años y cuidando mucho el descanso y la recuperación posterior.
Creo que practicar deporte es muy bueno para el cuerpo y, seguramente, aún más para la mente, pero todo tiene un límite
Para mí, dentro del concepto de ‘correr’ existen varias disciplinas totalmente diferentes: correr asfalto, correr trails y correr ultras. Para hacer una ultra no basta con saber correr y sirve de poco lo rápido que corras en una media maratón de asfalto. Eso es lo de menos. La preparación de una ultra va mucho más allá. Hay que tener en cuenta el equipamiento, al terreno, la resistencia, la climatología, la alimentación, la hidratación, la motivación, la improvisación…
Supongo que mucha gente puede pensar que es una locura hacer carreras de no sé cuántos kilómetros y no sé cuántas horas… y llevan bastante razón. Creo que el cuerpo humano no está diseñado para correr según qué distancias. No sé cuál sería un límite razonable, pero en ningún caso debería superar las 24 horas corriendo sin dormir. Creo que correr una ultra supone maltratar a tu cuerpo, pero también creo que los beneficios psicológicos que tiene hacerlo alguna vez con una preparación adecuada son brutales: el espíritu de superación, salir de tu zona de confort, luchar por un objetivo, tener constancia, superar momentos difíciles, conocerte mejor a ti mismo, gestionar bien tu tiempo… es un deporte que exige lo mejor de ti a todos los niveles y no solo durante la carrera, sino desde mucho tiempo antes.
No pretendo animar a nadie a que corra una ultra, y menos si no está preparada, pero la gente que piensa que estamos locos todos los que corremos durante 10 horas, o más, no ha vivido los momentos que puede vivir un corredor en una ultra y tampoco se los puede imaginar, ni de lejos.
La capacidad de esfuerzo, de constancia, de sacrificio, de supervivencia, y de otras muchas cosas, que necesitas para conseguir un reto que parece inalcanzable, desarrolla un montón de cualidades que después son aplicables a otras facetas de la vida o a todas. Quiero pensar que algo bueno tendrán esas carreras cuando yo, y otros muchos corredores populares como yo, aceptamos realizar semejantes esfuerzos porque la recompensa que conllevan merece la pena, a pesar del desgaste físico que suponen.
Considero que soy un novato en la ultradistancia y que ésta va a ser solo mi tercer ultra. La primera (50km con 4.000+) la terminé cuando llevaba poco más de un año y la segunda (58km con 3.700+) justo a los dos años con pájara incluida. Aun así, tres meses después ya estaba apuntado a una ultra de 100km en Montsant, pero tuve que desistir por una lesión que truncó mi preparación. Lo cierto es que pienso que las lesiones me han hecho un gran favor y que cuando empecé quería progresar demasiado rápido. Ahora, dos años después, veo las cosas de otra manera. Creo que estoy mejor preparado, no tengo ninguna prisa y tengo el convencimiento de que algún día estaré preparado para terminar una carrera de 100 kms. Creo que en la vida es importante tener objetivos, del tipo que sea, para no estancarse y seguir avanzando. Igualmente tengo claro que carreras de esa distancia en mi vida se contaran con los dedos de una mano y, seguramente, sobrarán varios.
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Ahí va, el después.
¡No terminé! Eran 3 etapas: el viernes una nocturna de unos 20 kms, el sábado la etapa reina de 65km con 5000+ y el domingo, de postre, el único doble kilómetro vertical de España… casi nada.
El ‘calentamiento’ del viernes lo hice con una amiga y me lo tomé muy tranquilo pensando en reservar fuerzas para el día siguiente, pero aun así no pude acabar la segunda etapa, la larga, la seria, la eliminatoria, la de verdad. No llegaba en mi mejor momento ni física ni mentalmente, que es mucho peor. Lo primero por una torcedura de tobillo 5 semanas antes que me obligó a parar los entrenos y lo segundo por el estrés acumulado en las semanas previas a la celebración de la trail que organicé en mi pueblo justo una semana antes y por la coincidencia del día de la carrera con la celebración del evento de un amigo al que no pude asistir.
Para terminar una carrera de este tipo es obligatorio estar convencido de que lo vas a lograr antes de empezar y yo, en ese momento, no lo estaba. Eso, unido a la dureza de un recorrido en el que el terreno no permitía correr ni dos palmos seguidos, acabó con mi retirada en el km 40 con más de 4.000 metros de desnivel acumulados en las piernas después de más de 10 horas en acción. Aun así, el fin de semana estaba organizado en plan familiar y entre amigos, con lo que tenía claro que independientemente del resultado de la carrera iba a disfrutar y mucho del ambiente que suele rodear a estas carreras.
La estrategia antes de la salida era clara: seguir a los dos amigos que tienen muuuuuucha más experiencia que yo en estas historias y, en el avituallamiento de mitad de carrera, según el tiempo acumulado que lleváramos y los horarios de corte decidir qué hacíamos. A ese control intermedio llegamos en unas 7 horas y media, bastante enteros y con más de una hora respecto al tiempo de corte. Allí estaba esperando toda mi familia al completo y lo cierto es que tenía más ganas de quedarme con mis sobrinos, a los que las últimas semanas casi no había visto, que de continuar corriendo, pero no tenía motivos para retirarme y uno de mis compañeros de fatigas me convenció para proseguir.
Solo por el recibimiento vivido en ese avituallamiento intermedio, que incluso tenía un arco de meta, había valido la pena el esfuerzo. Fue el momento de comer un poco de arroz, reponer fuerzas, descansar un poco y mientras tanto decidir si continuaba o me plantaba. Uffff, eran las dos del mediodía y aún nos quedaban otras tantas horas por delante. Si todo iba bien, llegaríamos antes de que se hiciera de noche. Al final seguí y la despedida fue igual de emocionante.
El camino se volvía a empinar y teníamos otros 10 km de subida hasta el siguiente avituallamiento. El primer tramo era por un sendero sombrío por el que caminábamos cómodos y a paso ligero, pero al terminar el bosque el sol nos empezó a castigar. Beber a menudo, refrescarse en cada fuente o riachuelo que se cruzaba en el camino, pero no tenía la mente centrada en el esfuerzo y dispuesta a resistir el calor y todo lo que nos quedaba por delante, sino en llegar al apartamento por la vía rápida y darme un baño en la piscina con mis sobrinos.
La parte desde que empezamos a avistar el Refugio ‘Lopez Huici’, donde estaba el siguiente avituallamiento, hasta que lo alcanzamos se hizo dura y creo que sufrí algo de deshidratación. Al llegar allí poca hambre tenía en comparación con mi amigo, que estaba bastante más entero y más motivado también. Ya tenía excusa y era el lugar perfecto para retirarme y llegar a una hora decente. En otras circunstancias poco me hubiera importado seguir y sufrir con más o menos hambre, porque tirando de coco se puede superar la falta de hambre y muchas otras cosas. Además, hubiera retrasado la marcha de mis amigos y aún quedaba mucho por delante.
Mis dos amigos junto a otro corredor fueron los últimos en partir de aquel avituallamiento. Los pocos que llevábamos por detrás fueron siguiendo mis pasos. No había cobertura en el refugio con lo que no podía avisar de mi abandono, pero pocos minutos después ya me bajaron en un todoterreno de la organización y de camino llamé para decir que me había retirado, pero que estaba bien. Al verme en directo comprobaron que era cierto y poco rato después de haber comido y bebido adecuadamente ya estaba casi como antes de empezar.
Decepción por la retirada ninguna, aunque sea mi primer abandono no motivado por una lesión. Como suelo hacer siempre, a buscar el lado positivo. Hace dos años después de 10 horas estaba destrozado y hoy después de 10 horas (y los 20 km de la noche anterior) estaba seminuevo, con lo que la adaptación de mi cuerpo a estos esfuerzos va progresando. Además, me llevo una clase particular de más de 10 horas mano a mano con un par de expertos en estas distancias y, como aprendizaje para el día de mañana, eso que me llevo.
Después de reponer fuerzas y descansar un poco en la piscina del apartamento, solo faltaba esperar unas horas para ver la llegada de mis dos amigos. Conociéndolos, estaba convencido de que llegarían a pesar de la dureza y de la gran cantidad de abandonos, incluso algunos muy cerca de la meta. Sobre las 22:00 horas, el director de la carrera me confirmó que habían pasado ya por el último control, a falta de 8 km, solo con 10 minutos de adelanto sobre la hora de corte y que la carrera concluiría cuando ellos llegaran a meta. Después, ellos me dijeron que solo les habían sobrado 4 minutos!
Antes de las 12 fuimos con el coche a intentar localizarlos por las afueras del pueblo antes de su llegada pero no lo conseguimos y cuando llegamos a la zona de meta, allí estaban. Acababan de llegar antes de la hora límite las 24:00 horas, tras más de 17 horas y media, y tenían una sonrisa de oreja a oreja… lo habían conseguido. Habían sido los 3 últimos, los 3 últimos en cruzar una meta que pocos habían conseguido cruzar, ni cruzarán jamás. Como molan las carreras en las que el último es mucho más feliz que el primero.
Si la satisfacción que yo he vivido en otras carreras no tan duras ya ha sido muy grande, en este caso la suya no la puedo imaginar. Algún día yo también quiero tener esa cara… aunque no lo vuelva a repetir nunca más.
Y al día siguiente aún tuvieron co…raje para levantarse y completar la tercera etapa. Enhorabuenaaaa! Otro día me apunto a hacer un trio jeje