Inauguramos la sección de entrevistas entrevistando a un buen amigo, el gran Jordi Tosas, uno de los mejores y más polivalentes alpinistas de nuestro país.
A la vez que sencillo es uno de los apinistas con la mente más abierta del panorama actual. Su manera de ver el alpinismo, la montaña y la vida es cómo la de un niño que juega a ser pirata.
Compagina su trabajo como guía con expediciones a cualquier parte del mundo.
Os dejamos una entrevista al más puro estilo Entre Rimayas, una entrevista cercana, divertida y fresca de un pedazo de crack.
¿Cuándo y cómo empieza tu carrera en las montañas?
Vengo de un pueblo donde los niños aprendíamos antes a perseguir a los pulpos que a las cabras, aunque mi abuela siempre, desde muy pequeño me llevaba al bosque a buscar hierbas y plantas. Quiero decir que aprendí antes a nadar que a caminar. Aunque desde la playa veía siempre las laderas del Montseny, todo el invierno -antes- con la blanca nieve. Fue con nueve años que en el cole vino Jordi Pons. Nos mostró una película de su escalada al Ama Dablam y aquello disparo en mi un “no se que” que me enfermado hasta hoy. Ese día le dije a mi padre que quería subir al Montseny -mi montaña en mayusculas- y el asintió. Luego se arrepintió ya que subimos desde abajo… ese día empece a caminar por las montañas y … como Forrest Gump camine y camine y sigo caminando.
¿Con qué te quedas de lo que te ha enseñado la montaña en todos estos años?
Con todo sin duda. La montaña es como la vida, si todo es bonito aburre y si todo es malo la dejas. La montaña es la vida en sí misma. En un lugar donde los espejos son muy profundos y las mascaras no existen. He vivido las experiencias mas bonitas de mi vida -excepto la de ser padre o enamorame- y he enterrado amigos. Me han brillado los ojos por el reflejo de la luna y me he manchado con mi propia sangre. La belleza y la desnudez de la naturaleza se muestra en su estado mas puro.
¿Es la montaña una buena escuela?
De vida, sin duda alguna la escalada me ha enseñado a vivir y la vida me ha enseñado a escalar.
¿Cómo describes la cima de una montaña?
Como un mirador al infinito. Puedes tocar todos los sueños que aun te quedan por soñar. Un paso mas en el camino.
¿Cuánto te queda por explorar?
Todo, como dice aquella película de niños: “Hasta el infinito y mas allá”. El camino es una peregrinación, en el espacio, en la geografía y en tu interior. Nunca llegas a ninguna parte, es una obra abierta.
¿Algún miedo?
A dejar de soñar, a dejar de dar gracias por la suerte que tengo, a dejar de disfrutar del sol y de lluvia…
¿Alguna superstición?
Creo que no, quizás a parte de romántico tengo una mente muy analítica… evito las creencias y busco los hechos.
¿Cuál es tu lema?
Punky party¡¡¡¡¡ Mucha gente creo que no entiende este grito. El punk como paradigma de la transgresion, del estilo creador, de la ética de lo nuevo frente a lo establecido, de lo revolucionario, de la poesía de lo cotidiano…
¿Zapatillas o botas?
Sin lugar a dudas las zapatillas. Ya no es solo su peso es el ahorro en energía y entropia biomecánica en cada movimiento. Cuando buscas un cambio efectivo no te basas solo en la estética sino en el conocimiento técnico y científico implícito en el cambio. Con ellas he estado ya a 7500m en el Himalaya y escale la Supercanaleta al Fitz Roy. Ya no es solo una nueva tendencia, es una nueva forma de hacer que merece ser explorada. Con conocimiento y técnica claro. La bota ha sido la maestra y la zapatilla la ha transgredido.
¿Qué sueles hacer cuando no estás en la montaña?
Leer y meditar. Los libros son el otro lado de mi vida. La filosofía, las matemáticas, la física, universos que me ayudan a entender la naturaleza.
¿Serías capaz de estar en un mismo sitio un año entero?
Como campo base quizás, luego necesito la frescura del nómada, ver nuevos colores,nuevas culturas, nuevos horizontes, oír nuevas canciones en el viento.