Volcan Cayambe, último test antes del deseado Chimborazo!
El Cayambe es el tercer volcán mas alto de Ecuador con sus 5.790m y actualmente el mas utilizado como ensayo final antes del Chimborazo… más vale una foto que mil palabras, pero la fuerte ventisca de hoy ha permitido pocas y malas fotos.
«Cenamos prontito, sobre las 7 de la tarde, para levantarnos a las 11 y salir a las 12, la meteo no era del todo mala con mínimas de -8 en cima y algo de viento.
Muchos nervios antes de salir para elegir la ropa y el material adecuado. Dos capas en pies, manos y piernas, pero arriba ¿tres o cuatro?
Salimos del refugio, a 4600m, sobre las 12 y cuarto con el cielo despejado y una luna llena que permitia avanzar sin frontales. Los primeros 45 minutos caminamos despacio para coger el ritmo adecuado hasta llegar a los pies del glaciar. Alli, nos pusimos los crampones y nos unimos en dos cordadas de tres. Delante veíamos los frontales de otras 3 o 4 cordadas que habían salido un poco antes.
El glaciar al principio tiene menos pendiente y con el cielo limpio se podia contemplar a lo lejos la silueta de la extensa ciudad de Quito, a nuestra izquierda. El ritmo era bueno, el viento escaso y la noche pintaba fenomenal.
Continuamos avanzando y alcanzado a las otras cordadas. Una de ellas se dio la vuelta con mareo y vomitos, seguramente debido al mal de altura.
Ya hacia un rato que soplaba una fuerte ventisca (viento blanco que aquí le llaman) y la luna llena estaba desaparecida.
Al llegar al ecuador de la ascensión, una zona algo resguardada tras una pared rocosa situada sobre los 5300, paramos unos minutos para reagrupamos, beber y comer algo. Coj… que frio hacia estando parado!
Continuamos para arriba y, al poco del parón, uno de los compañeros de la otra cordada tuvo que hacer uso del aseo de caballeros que había allí al lado (una arista a 5300 metros bajo la ventisca) y nuestra cordada siguió avanzando. Íbamos los primeros subiendo por una pala bastante empinada soportando la ventisca y en mitad de la pala el guia se paro y nos dijo que no le gustaba cómo estaba cambiando la meteo y que íbamos a continuar hasta la arista a ver como iba y sino daríamos la vuelta. Reanudamos la marcha, pero a los pocos pasos volvió a pararse y mientras nos decía que le parecía que estábamos dentro de una tormenta eléctrica, vimos como las puntas delanteras de sus crampones se iluminaban y sacaban como chispas. Nos dimos la vuelta al instante y comenzamos a descender rápidamente por la propia huella. Al llegar a la altura de los demás les grito que había que bajar a toda prisa. Levanto el piolet hacia el cielo y la punta del mismo destelleaba… nos costo poco volver al refugio.
Eran las 5’15, tomamos una infusión calentita y otra vez a refugiarse dentro del saco, a dormir y a soñar con el Chimborazo.»
Crónica de Fernando Latorre.